miércoles, 8 de abril de 2009

Confusión



Él despertó repentinamente de un sueño oscuro pero revelador. Una señal metafísica le reveló que lo que buscaba no se encontraba por estos lados.

La mañana siguiente se levantó para hacer su rutina: Ducha, café, lavar los dientes, tomar el metro y sentarse a escuchar a hombres o mujeres exitosos.

Observaba a su alrededor si todo esto le era ameno. Se escapó de aquel cuarto frío. Se puso los audífonos y prendió un cigarro.

Al Pepe siempre le gustó el rock tranquilo. Esa música que revela ideas y sueños. Ritmos que iluminan. En ese momento de su vida se sentía desdichado. Pero no sólo por algo en concreto. Se sentía lejano de él mismo. No encontraba su equilibrio y menos respuestas.

Al llegar a su casa, Pepe se dio cuenta que lo vivía no lo hacía feliz. Dejó una carta a su madre y se mandó a cambiar. Nunca tuvo un destino fijo. Sólo deambular y tratar de llegar lo más lejos posible.

No tenía ni un peso. Andaba con lo que tenía puesto y su Mp3 que era lo más preciado para él. Su música era variada. Reggae, rock, rap, ska, punk, electrónica, etc.

Lo más revelador de su sueño fue que todo lo que vivía era una mentira. Todo era superficial. Mostrar ser feliz y alegre siendo que no era así. Mundo de mentiras.

Tomó una micro hacía el centro de Santiago. Tenía ganas de despejar su mente y conocer gente nueva. Anduvo por más de dos horas en la micro gusano. El chofer lo despierta y le dice: - Cabro, despierta que este es el final del recorrido, tenís que bajarte-. Por supuesto que Pepe no reconocía dónde estaba. Se colocó sus audífonos y se largó a caminar.

Los perros le ladraban como advirtiéndole que no era bienvenido. Cuatro tipos le aparecieron de la nada y lo encerraron. “Pasa el mp3 machucao”, le advirtieron. Pepe se resistió. Los golpes cayeron en ese preciso instante.

Tumbado en el piso. Pepe se quedó sin su más preciado tesoro: la música. Todo se le nubló. Pero algo era concreto. “Nicagando vuelvo a esa realidad artificial”, se dijo a sí mismo.

Una señora lo vio llorando. Se le acercó y lo invitó a pasar a su casa. Mercedes tenía un hijo pero no lo veía nunca. Un caso perdido según ella.

La casa era una mediagua, todo estaba al instante. La dueña de casa le comentaba a Pepe que su hijo estaba perdido. Ella quería que él estudiara y se esforzará por entrar a una universidad para ser profesional.

Todo es tan confuso. Lo que algunos anhelan, otros lo repudian. No se puede alimentar a todos con la misma comida. De alguna manera, cada uno debe buscar su propio alimento y su lugar en el mundo.

Se escuchan unos gritos juntos a unas risas. El hijo de la señora Mercedes ha aparecido en escena. Las sorpresas de la vida. El tipo venía con tres amigos más, casualmente, los mismos que lo habían asaltados. El tipo golpeó a su madre y la enmierdó a chuchadas.
Pepe salió en su defensa. Agarró un cuchillo que había en la mesa y se lo enterró. Los amigotes del tipo salieron corriendo. La madre lloraba ante la inminente muerte de su hijo.

Inmovilizado de pies a cabeza. Pepe no sabía que hacer. Le pidió disculpas a la señora. Ella le pidió que arrancara lo más rápido posible.

Unas pocas cuadras más allá las sirenas de los pacos iluminan en callejón donde se escondía. Los pacos le gritaban que se detuviera sino disparaban. Pepe asustando ante la inminente realidad que lo esperaba.

El sueño revelador fue acaso esa realidad. También podría haber sido el motivo de lograr algo, un sueño. Sentirse bien con él mismo. La muerte del tipo podría haber sido un acceso a ello pero bajo qué costo.

La revelación era dejar de ser el que había sido siempre. Moverse, conocer, explorar, ayudar y sentirse feliz. La muerte quizás no es algo hermoso pero cuando es merecida tal vez lo es. Muchos pensamientos mientras seguía corriendo, disparos al aire, advertencia policial. Una luz lo encegueció, una bala directo a la frente. La sangre llegó hasta su boca, la tragó y cayó al suelo.

Qué puede entender la fuerza policial sobre sueños reveladores para ellos es un asesinato. Devolvamos la mierda con más mierda.


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